En
esta estación que acabamos de estrenar vamos a hablar de los calores cálidos
porque hacen los espacios más acogedores, y aportan serenidad y tranquilidad en
las tardes lluviosas, pero sin perder la vitalidad y fuerza de muchos de ellos.
Los
colores cálidos van en el círculo cromático desde los rojos hasta los
amarillos, pasando por los naranjas, con su gran número de matices. Estos
colores tienden a acercar las paredes y son envolventes, y sus tonos claros
reflejan la luz y los oscuros la absorben.
A
continuación resaltamos las características decorativas de los principales
colores cálidos:
Blanco: Está considerado como un color frío
pero tiene matices cálidos, como el blanco huevo, blanco almendra, etc. Aporta
luminosidad, multiplicando la luz y expandiéndola por todas direcciones a
partes iguales, por lo que aconsejamos utilizarlo en estancias con poca luz
natural como pasillos, vestíbulos… También amplía el espacio dando sensación de
desahogo, las paredes se alejan visualmente, pareciendo la estancia de mayor
volumen. Suaviza los demás colores añadiendo armonía y neutralidad a los más
vivos. Hace destacar los detalles de las piezas que se introducen en la
estancia, sobre todo los detalles oscuros. Además, los blancos cálidos combinan
muy bien con maderas naturales y tejidos de colores neutros.

Beige y cremas:
Aportan serenidad y tranquilidad a la estancia. Al ser colores neutros realzan
las texturas de los tejidos creando atmósferas naturales. Enfatizan la calidez,
ampliando y aportando mayor profundidad, por lo que son adecuados para
habitaciones pequeñas y zonas de paso. Con los beiges y cremas puedes unir
estancias separadas creando visualmente un espacio mayor, y así podremos
incluir piezas decorativas de distintos estilos sin romper la armonía. En las
habitaciones en la que hemos utilizado estos tonos en la base de decoración,
podemos dar un toque de contraste con los complementos añadiendo viveza y
alegría. También podemos resaltar las piezas de madera oscura con una
decoración de base crema, jugando con texturas en los tejidos y utilizando
complementos naturales como plantas.
Amarillo: Es
el color del sol, el que más refleja la luz y aporta mayor alegría. Podemos
utilizarlo en cualquier estancia, pero sin olvidar que sus tonos más saturados
son excitantes y pueden cansar, por lo que aconsejamos emplearlo con blanco y
pequeños toques de gris para dulcificar la estancia. Así, los tonos más
saturados los utilizaremos en zonas pequeñas o de paso, y los amarillos suaves
en estancias de mayor uso. Si buscamos un estilo rústico lo conseguiremos si lo
combinamos con madera oscuras tanto en muebles principales como en las vigas
del techo, obteniendo decoraciones que aportan luminosidad, pero también
calidez y sofisticación. En combinaciones armónicas, con colores cercanos a él
en el círculo cromático como los ocres o bieges tostados, conseguiremos
equilibrio y serenidad cromática, pero si nos acercamos al rojo crearemos
ambientes enérgicos y atrevidos.
Naranjas:
Son los más cálidos y crean atmósferas muy acogedoras al ser un color que
transmite optimismo y alegría. Se puede utilizar en cualquier pieza de la casa
o personalizar un rincón de la vivienda con estos tonos, pero suavizándolos con
el blanco o con maderas claras, lo que permite crear un ambiente luminoso y
equilibrado. Si lo utilizamos en habitaciones orientadas al norte o al este,
por ser las más frías, visualmente nos las calienta, haciéndolas más
acogedoras. Aconsejamos que se pinte unos tonos mas claros que el elegido
inicialmente, ya que tras su aplicación oscurece e intensifica la zona pintada.
En ambientes neutros, con la base blanca o en cremas, podemos dar un toque de
color con un naranja vivo que aporta vitalidad, creando combinaciones actuales.
Si utilizamos los tonos más oscuros, como teja, caldera, etc.; conseguiremos
mayor calidez, obteniendo ambientes más naturales.
Marrones y colores
tierra: Desde los claros arenas hasta los
terracotas, crean los ambientes más naturales, y casan bien con todo tipo de
materiales. Los tonos tierra son fáciles de combinar con los demás colores, ya
que forman una base decorativa perfecta para crear cualquier tipo de estilo.
Los tonos claros son acogedores y ligeros, y recogen el ambiente dando
protagonismo a los restantes colores; mientras que los oscuros son excelentes
para estancias amplias y con mucha luz, transformándolas en cálidas y
acogedoras. Las combinaciones con blanco o beige crean escenarios suaves y
relajados, y con cremas son más cálidos.
Rojos: Es
el color más fuerte y con carácter. Es el más llamativo del circulo cromático,
y por su intensidad hay que contrarrestarlo con colores más claros. Aconsejamos
utilizarlo en habitaciones con mucha luz, y en las que sólo pintaremos un
testero, ya que es dominante. Podemos rebajarlo utilizando maderas claras o
medias y también decapados, lo que permite crear ambientes frescos; pero si
utilizamos maderas oscuras el resultado será más sobrio. Los rojos claros son
más modernos y desenfadados, al contrario que los oscuros. Si lo mezclamos con
grises o azules la combinación es más sofisticada e indicada para ambientes
urbanos, pero si lo combinamos con verdes crea una atmósfera rústica. Al
combinarlo con ocres y dorados se crea un ambiente elegante y suntuoso.